Nos levantamos a las ocho y tomamos un fantástico desayuno alpino. Salimos algo más tarde de las nueve porque el conductor se retrasa. Cambiamos algo de dinero en una casa de cambio, por un dólar dan 39,2 som y por un euro 50 som. Luego vamos a un supermercado en el mismo Bisket para comprar víveres para el viaje. De eso se encargan la guía y el conductor, el resto del grupo curioseamos las peculiaridades del país en los supermercados. Una vez hechas las compras iniciamos ruta hacía el Lago Son Kul.
En Tokmok tomamos un desvío para ir a la Torre Burana, una bonita torre musulmana del siglo XI, decorada con ladrillos haciendo figuras
geométricas. En el mismo emplazamiento hay un museo y unas piedras totémicas turcas del siglo VI llamadas Balbals. Según parece estaban en diversas localizaciones y las han puesto todas juntas ahí. Algunas son figuras de guerreros con espadas y algunas llevan copas, como si fueran
sacerdotes. Las hay de diferentes tamaños y formas y no acabamos de entender que son. Marina explica poco y la guía escrita tampoco nos aclara gran cosa.
Volvemos a Tokmok y seguimos camino. Paramos a comer en unas yurtas donde nos esperan con una exquisita comida y luego nos divierten con música, canciones e incluso danzas. La tarde transcurre mirando por las ventanas de la furgoneta, montañas erosionadas y valles verdes donde los agricultores están recogiendo y guardando la cosecha. Es un país poco poblado, en total son solo seis millones de habitantes.
Subimos la montaña y llegamos a las ocho al borde del Lago Son Kul, a unos 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar, nos alojaremos en yurtas. En el campamento hay seis yurtas y ya ha llegado un pequeño grupo antes que nosotros. Nuestros anfitriones nómadas son una familia muy cordial, que sonríe todo el tiempo y están atentos a nuestras necesidades. No nos entendemos
en absoluto con el idioma y dependemos de nuestros gestos para comunicarnos con ellos. La cena es estupenda, ensalada, carne con patatas y pescado, todo muy bueno, se nota que está preparado con cariño y la cocinera busca en nuestros ojos la aprobación que no dudamos en darle.
Vamos a dormir temprano, sobre las diez, la noche se presenta fría, los colchones y cojines sobre los que hemos colocado nuestros sacos, duros, y a mi esa manera de dormir ya no me gusta, me he hecho mayor y solo lo acepto porque no hay más remedio.


